¿Alguna vez te has preguntado por qué por mucho que adelgaces hay zonas que no bajan? Esto se debe a que no todos los cuerpos son iguales, y tampoco han de tratarse de la misma forma, ya que cada morfología tiene unas características diferenciales. Aunque no se trata, ni mucho menos, de una ciencia exacta, existen unas pautas para diferenciar hasta cuatro tipos de morfologías distintas. Es importante destacar que casi nunca se encuentran casos 100% puros de una de las morfologías, por lo que puede que te sientas identificado con alguna de las características de unas u otras.
Los cuatro tipos de morfologías a los que nos referimos, son los siguientes: la biliosa, la nerviosa, la sanguínea y la linfática.
Biliosa: Corresponde a las personas que tienden a acumular grasa en la zona del abdomen, con digestiones lentas y pesadas. Su piel tiende a ser amarillenta y grasa.
Nerviosa: Hablamos de este tipo de morfología en personas con tendencia a la delgadez, estrechas.
Sanguínea: Este tipo caracteriza a las personas con hueso ancho y una estructura ósea muy fuerte. Suelen presentar tendencia a padecer problemas circulatorios (como varices, telangiectasias,...).
Linfática: Nos referimos a esta morfología en los casos de personas con el metabolismo lento y una tendencia natural al sobrepeso.
Teniendo en cuenta las diferentes morfologías se establecen los tratamientos más adecuados para cada persona, para asi lograr soluciones específicas en cada caso, bien sea celulitis, grasa, flacidez…
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